Los paneles solares que están transformando vidas en la Gran Sabana
- Fecha: 20 de Julio 2020
n el Valle de Kamarata, en la Gran Sabana, estado BolÃvar, dicen que la lluvia despierta los colores de la selva y sutura las heridas del alma. En los atardeceres, bajo el manto del Auyantepuy, el sol pinta de rubio y anaranjado las casas pequeñas, algunas con techos de teja de barro que se ciñen con incontables susurros silvestres que anuncian la llegada de la noche, y la falta de la electricidad.
El pueblo, habitado por indÃgenas pemones kamaracotos, caracterizados por sus pómulos afilados y de mirada negra y profunda, sufre los embates de la crisis eléctrica venezolana. El valle quedaba a oscuras y los apagones se multiplicaban, pues la microcentral hidroeléctrica que surtÃa energÃa a la comunidad, se deterioró generando hasta 30 cortes de luz en la semana.
Foto: Eposak
Este sistema hidroeléctrico data de 1960, y era la única fuente de energÃa eléctrica con la que contaba el poblado. A pesar de esto, en las temporadas de sequÃa dejó de ser eficaz ya que el agua no llegaba con regularidad limitando cualquier tipo de actividad una vez que se ocultara el sol.
LucÃa Coll, directora de Eposak, afirmó para El Diario que el Valle de Kamarata es un territorio asentado en las faldas del Auyantepui.
Detalla que es, prácticamente, el patio trasero del Salto Ãngel, la caÃda de agua más alta del mundo. Sin embargo, las comunidades en sus alrededores están la mayor parte del tiempo sin energÃa y olvidadas por el Estado.
Fue hace dos años cuando se empezó una campaña impulsada por la organización Eposak, con el apoyo de la Embajada Británica en Venezuela, bajo el concepto de turismo sostenible. Una premisa que nace para promover una actividad que pueda estimular el crecimiento económico, crear empleo, asà como ayudar a personas a salir de la pobreza y mejorar su calidad de vida en la Gran Sabana.
El turismo es una industria que, según cifras de la Organización Mundial del Turismo (OTM), representa 1 de cada 11 empleos (10%), lo que la convierte en uno de los motores que más impulso puede darle al desarrollo de una nación.
Por ello, Esposak–cuyo nombre significa “logro†en lengua pemona kamarakota– desarrolló un proyecto para proporcionar energÃa solar a la comunidad del Valle de Kamarata.
Los planos de la idea fueron diseñados para lograr tener energÃa eléctrica en dos fases. La primera fue un reconocimiento y levantamiento de información. Y la segunda consiste en la instalación de la red de paneles solares que garantizarÃan la energÃa solar en el liceo y el ambulatorio de la comunidad, un proceso que puede llevarse a cabo en tres dÃas.
De hecho, la primera limitante para llevar a cabo el proyecto fue el traslado de los equipos, marcado por la escasez de gasolina en el paÃs y la falta de acceso a la zona rural al sur de la nación.
En la comunidad asomaron la intención de recurrir al uso de generadores diesel. Pero por los altos costos, su difÃcil acceso y el hecho de generar energÃa a cambio de contaminar el ambiente, la idea fue descartada. La opción fue coordinar todos los esfuerzos necesarios, por aire, para que los equipos llegaran en perfectas condiciones.
Al tener que trasladar equipos sumamente pesados y costosos no era una opción llevarlos a través de la vÃa fluvial. Tuvimos que redimensionar el proyecto también porque querÃamos cubrir cuatro edificaciones, pero finalmente decidimos, en conjunto con la comunidad, que la prioridad era el ambulatorio y el liceo por un tema de costos y que tenÃamos que rendir los recursos con base en las necesidades prioritarias de la comunidadâ€, explicó la directora de Eposak
El impacto de esta acción en Kamarata se traduce en reducción de las emisiones de dióxido de carbono a 54,5 toneladas menos al año.
Dicha corriente puede ofrecer un respaldo de 48 horas de electricidad continuas para el liceo y el ambulatorio. Y es que les ha cambiado la vida. Al menos 79 indÃgenas pemones kamarakotos han sido beneficiados directamente.
Una fuente inagotable
La energÃa solar proviene una fuente inagotable, esto quiere decir la no dependencia de la electricidad proporcionada por los generadores diesel, además es amigable con el ambiente y ayuda a promover el desarrollo del turismo sostenible en la región.
Los paneles funcionan gracias a células fotoeléctricas que reciben la luz del sol y la transforman en corriente eléctrica. Este proceso sucede en cuestión de segundos y requiere de otros dispositivos, como un inversor y una baterÃa para que el sistema funcione.
Las celdas fueron instaladas por un grupo de ingenieros de la empresa Grupo Otegi y cada hora producen entre uno y dos kilovatios. En total, se cubren los 4.800 wp de la demanda anual que requiere el ambulatorio y el liceo.
Los paneles solares también funcionan como un sistema alternativo y respaldo de la energÃa eléctrica. La comunidad cuenta con la posibilidad de cambiar del abastecimiento eléctrico de la energÃa solar a la regular, la cual es generada por la microcentral. Es, además, un conjunto cerrado donde existen unas baterÃas que son adecuadas al consumo de cada edificación por los próximos 20 años.
Anteriormente, el ambulatorio no tenÃa la capacidad para atender partos en horas de la madrugada. Una vez que caÃa el atardecer, la actividad era limitada debido a que la generación solo podÃa garantizar energÃa durante pocas horas al dÃa.
En el caso del liceo, existe una sala de laboratorio donde no se encendÃan las computadoras en al menos tres años debido a la inestabilidad de la energÃa que arriesgaba a los equipos a dañarse.
El proyecto también fue diseñado para que distintos representantes de la comunidad pudieran recibir capacitaciones para la manipulación del sistema de los paneles solares y conocimiento sobre la tecnologÃa que se está empleando. Esto puesto que los equipos pasan a ser propiedad de los habitantes de esta región, y se les brinda las herramientas y conocimientos necesarios para el mantenimiento de los equipos.
“Una de las principales cosas que pasan cuando se instalan estos sistemas en zonas rurales del paÃs es que no existe el mantenimiento y a nadie le duele. Por eso, los paneles solares pasan a ser propiedad de la comunidad como parte de una visión sostenible que beneficie la calidad de vida de las personas que habitan en este sectorâ€, sostuvo Lucia Coll.
Un técnico electricista, que vive en la comunidad, dispone de un instructivo de mantenimiento para la limpieza de los sistemas de energÃa y revisión de los equipos periódicamente, además de consultas remotas con personal técnico de Otepi.
Un sistema independiente
La energÃa que nace del sol es su condición de generadora de riqueza local, puesto que su implantación en un paÃs disminuye la dependencia energética de otros paÃses.
Si bien es cierto que la energÃa solar –como la eólica- es intermitente, esto es, directamente dependiente de la meteorologÃa o de los ciclos dÃa-noche, el rápido avance experimentado por las tecnologÃas de almacenamiento eléctrico va a minimizar cada vez más esta circunstancia e incrementar la participación de este tipo de energÃas en el sistema energético.
“Lights On! Empower Kamarata with the Sun†pudo cumplir la primera fase. Sin embargo, por la pandemia del covid-19, el proyecto se encuentra paralizado, y en buena medida, se encuentra en proceso para escalar esta iniciativa de iluminar los valles que rodean la pradera de la Gran Sabana al sur de Venezuela.
“Estas iniciativas impulsan el desarrollo y generan oportunidades en las comunidades que trabajamos. Al mismo tiempo, estos proyectos generan experiencias de viajes. Bien sea presencial o dada las condiciones actuales, estamos generando experiencias virtuales para que la gente pueda viajar a estas comunidades y conocer a su genteâ€, agregó la directora de Esposak.
La próxima meta es que la iniciativa llegue a más lugares de Kamarata, como las otras escuelas, las posadas y cada uno de los hogares de los kamarakotos. Se trata de un turismo sostenible que inicia con encender un bombillo, pero que se extiende en el beneficio de cientos de personas en las regiones indÃgenas del paÃs.